El sueño en niños mayores de 2 años
Normalmente, a partir de los 2 años, el sueño madura y mejoran las noches o, si los problemas aún persisten, hemos buscado ya soluciones para atajarlos. Sin embargo, no es infrecuente encontrar familias que, a esta edad, aún tienen dificultades o carencias en el sueño de sus hijos y, en todos estos casos, se puede trabajar para solucionarlo.
Importancia del sueño
Mantener unos buenos hábitos de sueño, así como cumplir con las necesidades diarias de sueño diurno y nocturno, aporta grandes beneficios a nuestros hijos.
A partir de los 2’5 años, se ha demostrado que la falta de sueño está relacionada con:
- Irritabilidad y mal humor
- Depresión
- Cansancio y somnolencia diurna
- Hipersensibilidad
- Menor capacidad para concentrarse y retener nueva información
- Menor capacidad creativa
- Menor capacidad para manejar el estrés y la frustración
- Menor capacidad para defenderse de enfermedades, ya que el sueño está relacionado con el buen funcionamiento del sistema inmunológico
- Afectación de la síntesis de determinadas hormonas como la hormona del crecimiento y la lectina y grelina (relacionadas con la obesidad infantil)
Ventajas e inconvenientes
Trabajar con niños a partir de los 2’5 años tiene tanto ventajas como algunos inconvenientes:
Ventajas
Un punto a favor de esta edad reside en el hecho de que ya cuentan con una adecuada comprensión del lenguaje, lo que nos va a permitir anticiparles qué cambios se van a producir y el motivo por el que los vamos a realizar, así como pedir cierta colaboración de su parte durante el proceso. A esto se suma que, a diferencia de lo que ocurre con los bebés, a los niños más mayores podemos motivarlos con más cosas.
De igual forma, una ventaja muy importante es que, los cambios que finalmente consigamos, pueden mantenerse de forma más estable a los largo del tiempo, ya que, a partir de los dos años, no suelen ocurrir regresiones por hitos del desarrollo, si bien es cierto que sí nos podemos encontrar aún con regresiones emocionales.
Inconvenientes
En cuanto a los inconvenientes, podemos destacar que, los “malos” hábitos de sueño que se puedan haber adquirido están considerablemente más arraigados, pudiendo ser un poco más difícil modificarlos o eliminarlos.
Teniendo esto en cuenta, es preciso que, los cambios que realizaremos no sean tan graduales como los que hacemos en los bebés, ya que, debemos manejar la situación con ligereza para evitar que se acostumbren a un paso intermedio que puede ser convertido en otro hábito de sueño erróneo.
Asimismo, otro inconveniente significativo se presenta en la aparición de los miedos y las pesadillas que acostumbran a presentarse a esta edad. Estos deben SIEMPRE deben ser atendidos, lo que a veces puede dificultar la consecución del sueño autónomo.
Necesidades de sueño
Es importante conocer cuáles son las necesidades de sueño de nuestro peque tanto en el día como en la noche.
A partir de los 3 años, algunos peques comienzan a abandonar la siesta, aunque otros pueden mantenerla aún bastante tiempo.
Si nuestro peque mantiene todavía una siesta en el día (de 1 hora o 1 h 30 min), sus necesidades en la noche serán aproximadamente de 10 horas 30 min.
Una vez que abandone la siesta, sus necesidades de sueño nocturno aumentarán a 11 horas 30 min y, no será hasta los 5 años cuando estas necesidades comiencen a disminuir a 11 horas. Además, es importante recalcar que, cuando abandonen la siesta, debemos procurar que hagan un rato de “tiempo tranquilo” en esa hora donde antes dormían, realizando alguna actividad que no suponga esfuerzo físico y requiera cierta concentración. Algunos ejemplos son: puzzles, rompecabezas, recortables, dibujos de unir puntos, cuentos, etc.
Beneficios de acostarles pronto
A partir de los 2 años y medio, los peques que, sobre todo, no tienen unos adecuados hábitos de sueño, pueden luchar mucho a la hora de irse a la cama. Algunos padres creen que esta lucha se debe a que no tienen sueño aún, permitiéndoles acostarse demasiado tarde. Sin embargo, debemos entender que acostarles pronto tienen grandes beneficios para nuestros peques.
Para empezar, sabemos que la hora natural de dormir es sobre las 19 o 20 h. A esta hora sucede un pico de melatonina muy importante y es normal que comiencen a dar señales de sueño: tiene la mirada perdida, se frota los ojos y las orejas, pierde interés por el juego, … Si aprovechamos esta hora para dormirle, o al menos iniciar la rutina relajante de la noche, nos será mucho más fácil dormirle.
Uno de los mayores beneficios de acostarles pronto, aprovechando este pico de melatonina es que, en las primeras horas de sueño, hay más cantidad de fase de sueño profundo. Concretamente, este sueño es más reparador y en él, aumentará la síntesis de hormonas.
Además, los peques son madrugadores por naturaleza. Normalmente, estos tienen programada su hora de despertar independientemente de la hora en la que se hayan acostado. Así pues, si les acostamos pronto, les estamos regalando 1 o 2 horas de sueño todos los días.
Por último, debemos tener en cuenta que a esta edad es prioritario el sueño nocturno. El hecho de no dormir la cantidad de horas suficientes por la noche conlleva en muchos casos la permanencia de las siestas durante el día. Consecuentemente, si les acostamos pronto, es probable que empiecen a abandonar la siesta, en tanto en que, ya no la necesitan.
¿Cómo conseguir que se acuesten pronto?
Para conseguir este objetivo es importante crear una rutina y un ritual relajante antes de dormir.
Las rutinas a esta edad son esenciales, ya que, el conocer cuál es la siguiente actividad que va a venir les aporta mucha seguridad y favorece la colaboración.
Esta pues, debe ser una rutina relajante y predecible, en la que les hagamos partícipes de determinadas decisiones, como por ejemplo, si quieren baño o ducha, qué pijama deciden ponerse o qué cuento quieren leer.
La rutina debe comenzar todos los días a la misma hora, aunque algunos días se extenderá un poco más que otros. No es cuestión de estar reloj en mano cronometrando cada actividad, sino calcular cuánto tiempo nos suele llevar y aceptar que habrá días que será un poco más larga que otros.
Un ejemplo de rutina puede ser: baño, pijama, cena, ritual de la noche y dormir.
Con respecto al ritual de la noche, esta es la última actividad que realizamos con nuestro peque justo antes de irse a dormir. Se recomienda que esté ambientada en su habitación, con luz tenue y practicando alguna actividad relajante que dure entre 15 y 20 min. En esta actividad debemos evitar el uso de pantallas y juguetes con muchas luces y colores.
Un ejemplo de ritual de la noche puede ser: leer un cuento, despedirse de los muñecos, cantar una canción, besos y abrazos.
Otro ejemplo para niños más mayores: leer un cuento, contar qué es lo mejor y lo peor que nos ha sucedido en el día, besos y abrazos.
Estrategias y recursos
A continuación, os presentamos algunas estrategias que podemos llevar a cabo para conseguir la colaboración de nuestros peques en su cambio de hábitos de sueño.
Reunión familiar
Siempre que queramos introducir un cambio sustancial en los hábitos de nuestros peques debemos hacer una reunión familiar para contárselo.
Debemos buscar el momento idóneo para hacerlo, en una situación en la que estén descansados y abiertos al diálogo.
Debemos explicarles qué cambios queremos llevar a cabo, el motivo de dichos cambios y pedirle su colaboración. Además, debemos estar abiertos a que ellos también propongan ciertas modificaciones y a aceptarlos si son realistas o negociarlos si no lo son. Si el objetivo general es demasiado amplio, deberemos especificar objetivos pequeños que sean capaces de cumplir en un periodo corto de tiempo y que no les parezca demasiado difícil, o de lo contrario, perderán el interés. Tras la reunión, los cambios se pueden quedar por escrito o dibujados y podemos firmarlos (o poner su huella) como compromiso de toda la familia.
Agenda visual
Es un buen recurso para los peques que no colaboran o les cuesta mucho cambiar de una actividad a la siguiente de la rutina.
Podemos hacerlas nosotros mismos con dibujos o con fotos reales propias nuestras. Por ejemplo: Si la rutina es baño, cena, lavarse los dientes, cuento y dormir. Podemos ponerle en una cartulina una foto de nuestra bañera, de nuestro peque cenando, de su cepillo de dientes, de un cuento que le guste leer y de su cama. Tras terminar cada actividad podemos pedirle que despegue la foto y la guarde en una bolsa para volver a pegarla al día siguiente.
Pase a la hora de dormir
Es una estrategia que utilizamos en aquellos peques que ponen muchas excusas para dormirse y les cuesta mucho rato conciliar el sueño.
Se trata de una tarjeta que actúa como un único pase que puede intercambiar por una sola cosa. Por ejemplo, por un vaso de agua. Una vez utilizada, ya no puede pedir ninguna otra cosa más hasta el día siguiente. Si una noche no la ha utilizado, a la mañana siguiente puede intercambiarla por algún premio o actividad que le guste mucho hacer.
Conclusión
Trabajar con “toodlers” tiene sus ventajas e inconvenientes. Debemos adaptarnos a sus necesidades y ser creativos si queremos introducir cambios sustanciales en sus hábitos adquiridos hasta el momento.
Conseguir una buena rutina y ritual de sueño, así como acostarles pronto, tiene grandes beneficios para su salud y el bienestar de toda la familia.
Si tienes un peque mayor de 2 años que aún no tiene unos buenos hábitos de sueño o tenéis dificultades en cualquier otro aspecto de su sueño, puedes reservar tu primera consulta gratuita aquí mismo.
¿Puedo ayudarte?
Soy Emma Salado, matrona y coach de sueño infantil.
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