Mi experiencia en el plan de sueño de mis hijos
¿Sabías que yo fui mamá clienta antes de asesora? Hoy te cuento cómo fue nuestra experiencia.
Situación de partida
Contacté con una asesora de sueño cuando mis hijos tenían 14 meses. Sí, lo sé, esperé demasiado, pero era una época en la que apenas se conocía esta figura y había demasiadas dudas sobre si las asesorías eran realmente respetuosas.
Para los que no me conocéis, os cuento que soy mamá de mellizos (Leo y Martina) que nacieron grandes prematuros en la semana 31 de embarazo.
Estuvieron ingresados en neonatos 46 días y, tras irnos a casa, las primeras noches fueron realmente bien. Estaban bastante “enseñados” a despertarse cada 3 horas para comer y así continuaron haciéndolo en casa durante bastantes semanas. Además, cuando se despertaban, tomaban pecho y se volvían a dormir con bastante facilidad, así que descansábamos bastante.
Pero llegaron los famosos 4 meses y todo se empezó a descolocar. Los despertares comenzaron a ser más frecuentes y, a parte de las tomas, comenzaron a necesitar brazos y movimiento para conciliar el sueño.
Fueron pasando los meses y así nos encontrábamos; mi marido y yo paseando por el pasillo cada uno a un niño, aparte de darles sus tomas nocturnas, las cuales ya no sabíamos si necesitaban o no.
Por si fuera poco, me incorporé a las guardias en el hospital y tanto yo como mi marido empezamos a trabajar en turnos de noche algunos días. Tales noches en las que alguno tenía que trabajar, necesariamente tenías que recurrir a la ayuda de otras terceras personas para poder sobrevivir. Así pues, abuelas, tías o amigas aparecían en nuestra casa para echar una mano…, o dos.
Buscamos ayuda
Cuando Leo y Martina cumplieron un año, comenzamos a buscar información sobre el sueño infantil y sus dificultades en algunos niños.
Teníamos claro que no queríamos hacer nada que no fuera totalmente respetuoso con sus necesidades físicas o emocionales. Si bien este puede ser el deseo de cualquier padre, habiendo pasado por tal experiencia en su nacimiento, para nosotros esta era una premisa ineludible.
Durante estos trámites, me sorprendí al darme cuenta de que, a pesar de ser matrona durante más de 10 años y haber estado en contacto con muchas familias en sus diferentes etapas, no tenía la más mínima noción sobre sueño infantil. Hablamos con una asesora que nos explicó en qué consistía el plan de sueño y en qué se basaban la necesidad de implementar este cambio de hábitos gradualmente. Nos pareció unos cambios bastante coherentes y fáciles de llevar a cabo de forma progresiva.
Nuestro plan de sueño
Al ser dos peques, decidimos trasladar a uno de ellos a otra habitación y cada uno ocuparnos de uno, alternándonos cada noche de niños para que ambos se acostumbraran tanto a la figura de papá como a la de mamá.
Comenzamos a trabajar primero con Leo, quien tenía más dificultades en el sueño y, unos días después, empezamos con Martina.
Los resultados fueron muy buenos, a los pocos días de comenzar el plan ya estábamos descansando algo mejor y, al cabo de las 3 semanas, habíamos podido saborear alguna noche del tirón.
Lógicamente, esto en nuestro caso fue difícil de consolidar, ya que cuando uno decidía hacer una noche buena, el otro parecía que empeoraba un poco y los meses posteriores nos costó bastante esfuerzo y constancia mantener los buenos hábitos que habían adquirido.
Los meses posteriores
Los meses posteriores vivimos una de las situaciones más difíciles que jamás nos habíamos podido imaginar. Era Marzo de 2020 y comenzamos el confinamiento.
De repente nos vimos solos, sin ayuda de aquellas abuelas, tías y amigas que venían a echar una mano. Mi marido y yo continuamos trabajando en el hospital y sobre todo él tuvo que hacer muuuuchas horas extras trabajando en una UCI Covid.
Durante muchos días me vi sola durante horas con 2 bebés que necesitaban alimentarse, dormir sus siestas, y mantener sus rutinas y horarios lo mejor posible. No fue fácil, pero fui capaz gracias a todas las pautas y conocimientos que habíamos adquirido en el plan de sueño.
Mis niños se dormían cada uno en una habitación diferente y yo iba y venía de una habitación a la otra según me iban necesitando, pero para entonces ellos cada vez me necesitaban menos y sabían dormirse de forma “autónoma”.
Seguía habiendo algún despertar en la noche, pero yo podían manejarlos sola sin dificultad y, además, eliminamos las tomas nocturnas con cierta facilidad.
¿Por qué decidí formarme como asesora de sueño?
Tras meses duros de confinamiento, guardias en el hospital y mucho trabajo en casa, las aguas volvieron a su cauce y Leo y Martina cada vez dormían mejor. Volvimos a juntarlos en la misma habitación y continuaron descansado sin mayor dificultad.
Pensé mucho tiempo en lo agradecida que estaba de haberme decidido a realizar el plan de sueño y lo feliz que sería pudiendo ayudar a otras familias en una situación parecida a la mía.
Además, creo firmemente que el sueño está relacionado con muchos otros aspectos como la alimentación, la lactancia, la crianza durante el día, la salud,…, y en todos ellos yo tengo una formación y experiencia sólidas. Así que no me lo pensé más y busqué una formación con amplia experiencia en el sector como las de Gentle Sleep Coach. Con el tiempo he ido adquiriendo mi propio método de trabajo, basado en un aprendizaje constante con las familias que trabajo y una formación continua sobre el sueño, ya que sigue siendo un campo desconocido y precioso del que siempre aprendo algo nuevo.
Si deseas conocer más sobre cómo trabajo, puedes solicitar tu primera llamada gratuita o rellenar el formulario, estaré encantada de atenderte personalmente.
¿Puedo ayudarte?
Soy Emma Salado, matrona y coach de sueño infantil.
¿Tu bebé no duerme bien? ¿Estás preocupada y no sabes qué más hacer? ¿Sus problemas de sueño están afectando a toda la familia?
Creo que puedo ayudarte. Contacta conmigo y te cuento cómo.